sábado, 17 de diciembre de 2011

Certeza

"Solo nuestra piel da testimonio.
Ella es el límite
de esta valiente, inevitable,
soledad de todos."


Gioconda Belli

lunes, 5 de diciembre de 2011

Sin título

La noche empieza a derretirse y me derrito con ella. La habitación se inunda de mí. Ha pasado el atardecer por mi ventana, y aún no me habito. Ahora la luz del cuarto se refleja en el cristal. Y me refleja. Me dibuja una línea a contraluz, un contorno, el límite que separa. Separa, se para y crea esta distancia fría cuando quisiera empaparme de ti. No entres ahora o podremos ahogarnos. Que esta tarde me revuelve y me vuelve al ser primario que soy, que desencadena lo encadenado y se sucede como suceden los atardeceres y la lluvia. Parece que mi estómago gritara, que mi piel hablara y que tuviera demasiado que decir. Mi contorno en el cristal sigue ahí; hastiado, leve, concreto. Callado.

sábado, 3 de diciembre de 2011

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Necesidad de escribir quizás. Necesidad de un llanto íntimo y silencioso, de sacar uno a uno los pedazos, el cristal afilado de mis entrañas. Quizás también desprenderme de la pureza que queda en mis venas y luego solo inyectar veneno- Que se deslice por mi cuerpo, como serpientes tenebrosas, amenazando y traspasando lo inquebrantable, apuñalándome, letales.
Y conocer el dolor.
Llorar sucias lágrimas de ácido. Que ardan los ojos. Vagando desnuda y ciega sobre el asfalto. Sobre charcos, bajo gotas de agua y que permeable mi piel calme la agonía del sentir; del revivir.


Siempre soy, siempre es.
Siempre queda, siempre.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Al ir a dormir

Se me derrama el té y se pierde por los recovecos de la manta. Mi pijama pregunta por otras manos y por qué ya nunca duerme bajo la cama. La piel tiene sed y tengo los dedos cargados de caricias que se escapan. Y los labios; ellos no quieren saber. Pero el té sigue sabiendo bien.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Otoño

Este otoño me destapa, me hace vulnerable al frío, a la nostalgia. Y también al amor. Lloro lluvia, esta lluvia que no cesa, que lo va dejando todo verde, dorado, y se respira mejor. La ropa no se seca y estas nubes no se abren. Yo doy vueltas buscando el sentido a este amor mío, a esta infantil emoción que me levanta todas las mañanas y que a la noche viene pintada de gris, fría, frágil y afligida. Abandono a ese amor mío que guardo bajo tantas llaves que no encuentro. Este amor que hiberna, este amor que no quiere dormir ahora y que me vuelve a levantar esta mañana.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Te encuentras por ahí corazones como piedras. Perfectos para romper escaparates o para lanzarlos al agua y ver como se hunden rápidamente. No sirven para mucho más.

Pequeña muerte

Lo encontré de casualidad. Una casualidad cotidiana que se convierte en extraordinaria. Como casi todas. Sucede si le das importancia a estas cosas. Yo no sé cuánta darle. Aunque sé que sí. Pero cuando las cosas y las personas vuelven a su estado natural, pues todos somos igual de imbéciles, yo no siento nada ya. Nada de amor. Siento dolor, un dolor como una pérdida. Y todo lo vivido, quizá lo imaginado, todo por igual se va a tomar por culo. A la mierda. Pues nada. Pues vale. Qué voy a decir. Qué voy a hacer. Si lo mejor es nada.
Perdí una ilusión, mi pequeña muerte.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Ensueño

Se mueven sus pies. Avanzan descalzos por el suelo y parece que hablaran. De su cuerpo van brotando las cosas que sólo en silencio se delatan. Baila, baila lento y más rápido. Tiene un pájaro en el pecho. Luego miro sus manos. Entonces acaricia el aire moldeándolo con los dedos extendidos. Y siguen sus brazos, que empiezan a escucharse como una brisa y una ráfaga después. De repente creo que fuera a volar. Y me doy cuenta de la luz. Una luz que no ciega y que atrapa, pero corta como el filo de la navaja. Ven conmigo a esta oscuridad y que nos envuelva. No me dejes sangrar. Y báilame como si fuera viento y deja que el aire se lleve nuestras voces. Yo soy un pájaro ahora.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Identidad

Me hago barro y me voy haciendo y dando forma. Voy reconociendo esa criatura que me habita, que me aguarda, que escucha atentamente todos mis pasos. Ese ser amable que es uno mismo, lo último que queda en lo profundo, que también lo primero y evidente. Lo que, a veces, parece extraviado y se burla sin maldad cuando comprendes. Y me hago barro y me voy haciendo y dando forma. Voy siendo de nuevo lo que quiero y me gusta ser.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Yo saldría a gritar ahora que me importa una puta mierda. Últimamente tengo esa necesidad, quisiera gritarlo contigo, donde hace demasiado tiempo gritamos una vez palabras hermosas...

lunes, 12 de septiembre de 2011

Verdad de unos ojos oscuros

 Dicen que los ojos son como el mar, pero yo los imagino como lagos. Uno de esos lagos que te sorprende porque de repente está ahí, entre esas montañas escondido, como esperándote, porque te mira. Sí, te mira. Brilla la superficie que parece pulida por la luz, también acuosa como los ojos emocionados, y adentro, profundo y denso, un fondo oscuro que pareciera infinito. Me refleja, me desnuda, me mira. Lo miro, me pierdo, me gusta, me pierdo y me hundo, me hundo, me hundo... Me acuerdo de sus pupilas.
Buceo dentro del lago, rodeada de ti.



jueves, 8 de septiembre de 2011

Francia

Llueve. Así es como la tierra y las hojas se van haciendo. Verdes con cada gota. Y va creciendo el bosque y nacen las flores que vienen con otras gotas. Con el rocío y con esas pequeñas gotas que se quedan, que se detienen en equilibrio. El sol vuelve y se convierten en plata, brillantes rayos de plata que titilan por todas partes. Y después, resbalan por el nervio de una hoja. Igual que una caricia viaja por el nervio de mi espalda. Centellea el camino de sus recorridos, como estela de estrella. Al caer la gota, la hoja tiembla. Igual que yo si dejas de tocarme; por haberlo hecho. Y el agua explota, pequeño cuerpo luminoso que revienta de luz en todas direcciones.Yo ni exploto ni reviento.

Empiezo a llover.
Y fuera ya clareó.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Y después amé. y lo hice sin querer.

Él

El desconocido se sienta a mi lado y me sonríe nervioso. Comienza a hablar rápido, hacia fuera, como si tuviera prisa o algo más importante que hacer y más necesario, o algo que espera, que tiene que venir. Mira fuera como si no le importara, pero es timidez. O cobardía. En un segundo se dirige a mis ojos con los suyos ligeros, y es en ese segundo de valor en el que se le descubre, aunque sea el propósito de él descifrarme a mí. Adivina en mi gesto que es en vano saber si su conversación ligera me agrada, pues yo me río por dentro observando su inocente esfuerzo. Y le sonrío y halla apoyo y agrado, y le anima a seguir. Me gusta observar al desconocido. Apenas lo escucho pero me parece bello, y la melodía de su voz me mece en un algo placentero. Y me parece divertida la idea de que me esté pidiendo con sus rápidas miradas un hueco. Me pide con torpe ingenuidad la aceptación. Pero no obtiene la respuesta, es mi juego inocente con la necesidad de sentirse deseada. Y observo su insistencia y me incomoda su voluntad y su vehemencia; su humillación.  Pero su candidez me inspira, me inspira ternura y luz. Y me hace sentirme egoísta y despreciable, por ser presa de la necesidad, por esa necesidad que rechazo. Y mientras lo pienso te veo y te oigo cada vez más lejos, porque, amigo desconocido, estamos a kilómetros de distancia. Y me odio por no saber dejarte entrar, por ser incapaz de llamarte conocido, de que estés cerca, de dejarte que explores un trozo… un trozo de mí. Porque guardo con celosía mis secretos, pero yo no los tengo, o sí, éste sentirme incapaz de amar, porque me odio al darme cuenta de que me siento tierra rodeada de mar, y ser isla sin náufrago, y que los árboles acaben rodeados de los frutos que cayeron esperando a ser recogidos. Odio esa distancia que se hace más presente cuando estás en mi cama, desconocido. Enredarte en mi pelo no es suficiente. Y no es suficiente para los dos. 

martes, 6 de septiembre de 2011

Me gustaría decir

Me gustaría decir algunas cosas que a veces pienso y siento, y pienso que no tienen el peso para serlo en palabras. Me gustaría reír con ellas sin quitarles la belleza, el dolor, lo visceral, lo verdadero que tienen y que ahora nos ponen a llorar. A llorar por estas cosas que me gustaría decir y que no digo porque no sé de qué manera enfrentarme a describirlo, contarlo y sentirlo, de la misma manera que lo siento ahora.
Escribo sin mirar atrás. Como nunca. Y me gusta. Me gustaría decir tantas cosas, en esta libreta para todas las cosas. Que permite no tachar, releer sin pudores, porque lo que escribo un día ha sido, lo que leo un día fue. Y fue, en todos los sentidos.

Me gustaría decir muchas cosas en esta libreta (virtual) para todas las cosas.