lunes, 28 de noviembre de 2011

Al ir a dormir

Se me derrama el té y se pierde por los recovecos de la manta. Mi pijama pregunta por otras manos y por qué ya nunca duerme bajo la cama. La piel tiene sed y tengo los dedos cargados de caricias que se escapan. Y los labios; ellos no quieren saber. Pero el té sigue sabiendo bien.

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