sábado, 6 de febrero de 2016

L'hiver raté


El alma está en el vientre, en todo el centro, arriba del sexo.

Y en el estómago un alboroto,
supongo que sacarse las tripas
duele.

Vengo de probarme a Melisande de Debussy por encima de mi piel,
en un vestido pesado de capas de gasa.


Estas frases en la lentitud de esta mañana temprana, de fuga premeditada.
La moral entre la euforia y el complejo, o la provocación.
Entre mi presente y el futuro que anda por ahí tan vago pero tan constante,
en el “venga vamos con el flow”, con el “faire avec”.
Juliette et chocolatte y la dieta del desazón dulce,
del deseo tan impaciente con dejes amargos
también
tengo a medio un “allongé” que se alarga como esta escritura de jueves y de escapada,
de hacer novillos y abatir a la actitud torcida,
a mis huesos blandos de estos días,
a esa precisa inclinación de la frente,
con el pelo que le sigue, cayendo, por delante de los ojos,
por encima de las cejas,
cobijándose entre las pestañas.


Mi-mi-mi ego entre tropiezos
y la distancia del tiempo que pesa,
que pasa por este invierno errado
febrero con su hielo gris lleno de polvo,
y las calles que atestiguan la guerra del termómetro,
la nieve algodonada pierde por una lluvia de escarcha,
y de no-primavera.
“Pero nunca, nunca debí pensar en primavera”.*


Et la moral, ça va?
Y el café chorrea sobre mi moral de columna griega,
y el café se convierte en café aguado; o lagrimado.
Mi gran pilar esguinzado,
blanco, nácar y esguinzado.
Y le pregunto a mi mano (a la que escribe)
si se siente privilegiada,
o explotada
o martirizada
o sobreviviente.
Y a la que no escribe no le pregunto y se consuelan las dos.


Mis muñecas no se salvan, aquí nadie se salva.
“No dejes caer los ojos pesados como juicios,
no congeles el júbilo,
no quieras con desgana”.**
Y todo resbala sobre mi columna,
y no penetra nada,
salvo el sol de invierno.

Salvo el sol
que se salva.







*I get along without you very well, Nina Simone
**No te salves, Mario Benedetti

jueves, 4 de febrero de 2016

Me peino los instintos

EL invierno con sus trastadas y sus tropiezos
y su amor hibernando.
Esta noche no me pregunto
a la luz de la vela encandilada
dónde coño se habrá quedado el amor
porque se agarra a mis sábanas
que se me pegan y
me bebo cada soledad de su noche
me bebo un océano y dos y
beso la orilla
la otra,
la de sus brazos su pecho su,
su lo que hay dentro.

Ponerme boca abajo me resuelve menos la vida
pero mis semanas (y mi habitación) viven patasarriba.
“Se me queman las patatas” Estoy gilipollas.
Hace calor en este jersey y ya llevo tres días febril.
Herida de guerra o de pereza
la guerra que se invita sin avisar
como cuando el iceberg se da la vuelta
y la confrontación del espejo sin reflejo,
después de un tiempo de paz
o de éxodo.

Y puestos a contar cosas,
yo tengo el corazón más rojo y más encendido
más refugiado en lo hondo
y me dan ganas de sacarlo fuera
y que derrita el abrazo gélido del respirar,
y que derrita las congeladas calles,
las narices que asoman rojas,
los ojos escondíos mirando pa’entro…
No nos saldremos de esta, nos saldremos con todo.

Acho; hazme un buen espacio pensativo.

La perspectiva del lunes es tan entusiasta
como la del hielo acumulado en las repisas,
como que tengo zarpazos de sábanas en mi piel,
como que mi cabeza vuela y mi guitarra canta sola y que mis cabellos buscan tanto el sol…

No nos olvidaremos de esta, y sí, lo recordaremos todo.