lunes, 29 de diciembre de 2014

Microcrónicas de non-viaje (II)

Volver.

Después de la euforia, esta tristeza seca. Me he despertado antes que el sol. No hay nadie en casa. Estoy yo, metida en la cama en la que me independicé por primera vez, cuando podía entreverse la pubertad y me dejaron mi primer cuarto propio. Recuerdo con once o doce años la primera vez que dormí en mi habitación, aún sin amueblar, las paredes blancas recién pintadas, la ventana grande. Era verano y pusimos un colchón en el suelo. La noche sola, por primera vez, en un cuarto propio. Tenía esa sensación de aventura metida dentro. Ahora todo está inundado de cosas, las cosas que dejé y que siguen ahí quietas, navidad tras verano tras navidad, como un pasado pasado, un pasado inmutable que dejó de crecer por las paredes, la estantería o los cajones. No sé que me producen estas cosas, un sentirme fuera de lugar, amado lugar pasado, esa extraña tristeza. Lo cambiaría todo. Hoy volvería a las paredes blancas, la habitación vacía y el colchón al suelo, llenarla de presente y dejar de sentirme invadida por las cosas y las cajas, los objetos estancados en el tiempo: cómo me asusta lo inmutable...






marejadilla in the morning lights,
en Murcia tropikal



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